domingo, 29 de junio de 2014

*/ Saber Comer. 64 Reglas Básicas Para Aprender a Comer Bien / Ecoportal

 Michael Pollan lleva diez años dedicado a investigar la relación entre el ser humano y la comida. Autor de varios best sellers sobre alimentación, Michael Pollan publica ahora en castellano esta pequeña guía de lectura esencial para que quienes continúan "alimentándose" de comida basura sepan que esta puede ser la causa de gran parte de sus enfermedades... No descubrirá América, pero al menos revelará de forma divertida y amena a muchos americanos (y europeos, australianos, etc) el veneno que se llevan al plato con la llamada "dieta occidental".


"Cada año aparecen 17.000 nuevos
 productos (alimentarios) en los supermercados.
 La mayoría de ellos no merecen 
que se les llame alimento”.

Con estas impactantes primeras líneas, Michael Pollan nos pone ya sobre la pista de lo que va a tratar este pequeño y básico manual: de la distinción entre comida de verdad, sana, y comida tratada, procesada, claramente perjudicial para la salud a medio y largo plazo.
Aprender a identificar esta última ("sustancias comestibles con aspecto de alimento", en palabras de Pollan) no es tan sencillo como creemos, ya que constituye una proporción enorme de la oferta alimentaria total. Y no se limita a burbujeantes refrescos artificiales, aperitivos de llamativos colores y extrañas formas, o sucedáneos varios fácilmente reconocibles (como crema de queso sin queso!) , sino que se extiende a todo tipo de productos básicos, como pueden ser el yogur, el pan, el tomate frito de bote, o la carne de animales herbívoros alimentados con cereales (con frecuencia transgénicos) en lugar de hierba (lo que obliga a suministrarles antibióticos que al final acaban en el plato del consumidor), y las frutas y verduras cargadas de pesticidas y fertilizantes químicos.
Diez años lleva ya Pollan (1955), catedrático de Periodismo en Berckley (California) y escritor, entregado a la investigación de la relación entre el hombre y la comida en sus diferentes vertientes (aspectos biológicos, históricos, sociales, culturales, antropológicos, políticos, mercantiles, de marketing, publicitarios...), siguiendo la estela de Paul Rozin y Claude Fischler, recabando cuantiosa información y otorgando especial importancia al estudio de la llamada "dieta occidental", la que impera en Estados Unidos y, lamentablemente, cada día más presente en el resto de paises del mundo.
A ello ha dedicado otras dos recientes obras de enorme éxito editorial: "Omnivore's dilemma", 2006 ("El dilema del omnívoro", 2011) e "In defense of food", 2008 (publicada en España como "El detective en el supermercado (Booket Logista) ", 2009), ;ambas rigurosas y a la vez muy entretenidas.
Pero en esta condensa la experiencia y reflexiones expuestas en las anteriores (donde encontraremos documentación exhaustiva) traduciéndolas en consejos, en una recensión radicalmente abreviada y de carácter práctico orientada a hábitos cotidianos, acompañando las normas que lo precisan de interesantes y curiosas explicaciones, con frecuencia no exentas de humor.
Sumando a su condición de estudioso la de activista, Pollan no se conforma con contemplar los hechos desde la distancia, pues también denuncia y señala responsabilidades, algo preciso para que podamos entender este desaguisado, establecer un diagnóstico y buscar soluciones.
Existen muchas dietas diferentes a lo largo y ancho de la tierra a las que el cuerpo humano se ha ido adaptando, explica, algunas de las cuales nos pueden parecer aberrantes, aunque si lo fueran, la gente que las adoptó no nos acompañaría en estos momentos, pero con la dieta occidental "hemos creado la única dieta que consigue enfermar a la gente!", ironiza.
Eso sí, estos alimentos procesados producen enormes ganancias a la industria alimentaria, incluso, por desgracia, a los laboratorios farmacéuticos, que obtienen beneficios infinitamente mayores con las enfermedades crónicas (provocadas en gran parte por estos artículos sintéticos) que trabajando en la prevención. Son muchos y grandes los intereses en juego.

Como ejemplo pone la soja: "De siempre se ha tomado tofu, salsa, tempe, pero... ¿proteína de soja aislada, isoflavonas de soja, proteína vegetal texturizada, aceites de soja parcialmente hidrogenados..?" "O nos hace preguntas impepinables: "¿A quién le pueden gustar los diglicéridos etoxilados?, en la naturaleza no encontraremos nada parecido".


Sin dejar de valorar lo positivo que aportan, Pollan se muestra 
muy crítico con los expertos en nutrición: "Con sólo 200 años 
de antigüedad, la ciencia de la nutrición es un campo que, 
por decirlo con buenas palabras, está todavía en pañales",
 afirma. Además, considera que está demasiado manoseada
 por las grandes empresas de la alimentación, que suelen 
utilizar sus aportaciones, de modo sesgado, como slóganes 
publicitarios para incrementar ventas.

La alternativa? Como tantos otros estudiosos de la alimentación 
industrial y de sus efectos negativos en la salud humana,
 Pollan concluye en la necesidad de volver a los productos
 normales, los de toda la vida, naturales, ecológicos, de
 proximidad y en todo caso mínimamente tratados: pues a 
mayor grado de procesamiento mayor riesgo de contener
 sustancias potencialmente nocivas.

Frente a la dieta occidental propone el regreso a las raíces,
 a la cocina de nuestros antepasados. "La cocina cargada de 
sentido que hemos conocido a través de nuestras madres y 
abuelas es cultura, no algo que se improvise, es el resultado
 de mucho trabajo, de muchos, en muchas partes y durante 
mucho tiempo, una sabia elección de qué comer y cómo 
combinarlo, prepararlo". Tradiciones, por cierto, refrendadas
 en su mayor parte por el conocimiento actual.

"Come comida de verdad, con moderación, y sobre todo
 vegetales",  es su máxima.
Con Saber comer: 64 reglas básicas para aprender a comer 
bien (Debate) (publicada en inglés en 2009 y ahora por fin en 
castellano), Michael Pollan pretende simplificar la decisión 
de comprar, de proveerse de buenos alimentos, facilitar la
 confección de una lista de la compra sensata (el ideal sería 
cultivar nuestro propio huerto o al menos unas macetas y 
asegurarnos, cuanto menos, del buen cuidado de los animales
 y del origen honesto de la proteína animal). Y ahí entra en juego
 el dilema del omnívoro, un problema que el hombre había resuelto 
en buena medida y que alguien se ha empeñado en embrollar:
 decidir qué comer y, lo que es casi igual de importante,
 cómo llevarlo a cabo, las costumbres, los usos.
¿Debemos volver a aprender comer? 
Parece que sí.
¿Qué y cómo comer?

 Si quieres comer comida en vez de sustancias comestibles con 
aspecto de alimento, estas son algunas de las reglas básicas 
que Pollan nos aconseja seguir:

- Evita alimentos que citen cualquier clase de azúcares
 (o edulcorantes) entre sus tres primeros ingredientes: 
Suele querer decir que contienen demasiada cantidad. 
Los ingredientes se ordenan por proporciones, de más a menos.

- Evita productos que tengan más de cinco ingredientes en su 
composición: la probabilidad de que estén altamente procesados 
es muy elevada. Pero sobre todo evita las bebidas refrescantes,
 "el antialimento por excelencia".

- Evita productos que afirmen ser saludables: 
"para poder afirmarlo necesitan como soporte una etiqueta 
y un envase, y todo lo envasado casi siempre equivale a procesado. 
(...) Además, sólo los grandes productores disponen de medios
 para conseguir que las autoridades sanitarias les aprueben 
esos lemas... afirmaciones que suelen estar fundadas en
 datos incompletos y en investigaciones deficientes". 
La comida sana no tiene apenas dinero para publicitarse.

- Evita productos que contengan ingredientes que 
un niño de primaria no pueda pronunciar: lo simple 
ofrece muchas más garantías.

- Evita alimentos que veas anunciados en televisión: 
bastante más de las dos terceras partes de los anuncios 
de tv en EE.UU son de productos procesados.

- Come únicamente alimentos cocinados por seres humanos: 
es más seguro, y hay que pensar que una de las claves 
del éxito de los alimentos procesados es su durabilidad.
 "Las grandes corporaciones aspiran a que sus productos 
sean inmortales", lo que implica alteraciones, adiciones.

- Compra en las zonas periféricas del súper y aléjate del centro
 (habitualmente los productos frescos se colocan 
en las zonas laterales).

- Come sólo alimentos que acabarán pudriéndose: 
Con algunas excepciones, como la miel, "la comida 
de verdad está viva... tiene que morir". Los alimentos que
 más tardan en caducar son los menos nutritivos y más procesados.
- No ingieras nada que haya sido cocinado en lugares donde
 todo el mundo tiene que llevar mascarilla quirúrgica.

- Si te lo sirven por la ventanilla del coche, no es comida.

- Si se llama igual en todos los idiomas, no es comida 
(piensa en Big Mac, Cheetos o Pringles).

- No desayunes cereales que cambien el color de la leche
 (muy procesados, llenos de carbohidratos refinados 
y aditivos químicos)

- Toma una copa de vino con la cena.

- Paga más y come menos.

- Come muy poco o nada de carne.

- Come comida de verdad, con moderación, y sobre todo 
vegetales. "De los 75 o 100 elementos que necesitamos 
para mantenernos sanos, casi todos están en las plantas".

- Pasa tanto tiempo disfrutando de la comida como
 el que ha tardado en prepararse.

- Come siempre sentado a la mesa.

- Cocina. Hay estudios que demuestran cómo la salud de la
 gente que cocina en casa es bastante mejor que la de la 
gente que come habitualmente fuera.

- Cultiva tus propios alimentos. "Todos deberíamos cultivar 
 aunque sea en la ventana o en los balcones".
....................
Fuentehttp://www.ecoportal.net
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