miércoles, 21 de noviembre de 2012

* / De CrA z Y C o C k / F r A g M e N t O / Henry Miller

“Pero ¿acaso había explicaciones…? Sí, explicaciones había de sobra. El aire a veces estaba cargado de ellas. Y aun así, nada quedaba explicado. El hecho mismo de que hubiera explicaciones exigía una explicación.
Su mente se demoró unos instantes en las complicaciones de esa vida que se vive en las grandes ciudades –las ciudades otoñales-, en las que reinaba un desorden ordenado, una justicia loca, una desunión fría que permitía a un individuo reposar tranquilamente ante el fuego del hogar, mientras, a un tiro de piedra, otro era vilmente asesinado. Una ciudad, se dijo, es como un universo; cada manzana, el torbellino de una constelación; cada hogar, una estrella resplandeciente, o un planeta consumido. La cálida vida gregaria, el humo y las oraciones, el clamor y la pompa, todo aquel maldito espectáculo se balanceaba sobre el fulcro del miedo. Si uno fuera capaz de amar a su prójimo, podría respetarse a sí mismo; si pudiera tener fe, podría alcanzar la paz….pero ¿cómo? ¿Cómo, en un universo de ladrillos, en un manicomio de egoístas, en una atmósfera de agitación, de rivalidad, de terror, de violencia? Para el hombre de las ciudades otoñales, sólo quedaba la visión de la gran ramera, madre de las prostitutas y las abominaciones de la tierra. Y estos odiarán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda, y devorarán su carne, y la quemarán en el fuego. Tal era la revelación para los espiritualmente muertos…capítulo último…el libro de los libros.
Tan absorto estaba en su ensueño que,
cuando se volvió de pronto y la vio en el umbral,
casi se desplomó."
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Tomado de Crazy Cock, Henry Miller. emecé editores,1992

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