¿Una opción personal
o un principio de justicia?
Por todo ello, si a nadie
se le ocurre decir "yo golpeo a las mujeres y a los negros, pero te
respeto, respétame tu a mí también" ¿por qué aceptamos que alguien diga
"yo soy el responsable del sufrimiento y la muerte de los animales, pero
respeto que seas vegetariano, respétame tú a mí también."?
El respeto lo merecen los
individuos, no las opiniones ni las acciones, pues estas pueden ser justas o
injustas. Podemos respetar a alguien y decirle al mismo tiempo y a las claras
que sus ideas son erróneas o sus actitudes moralmente reprobables.
Cada
cual hace
lo que le da la gana
...o quizá no
Muchas veces se presenta al
vegetarianismo como una opción personal que podemos elegir o no. ¿Es justa esta
opinión? Vamos a verlo.
En principio, dentro de la variedad de
alimentos que hay, cada cual puede comer lo que le dé la gana. Y en general uno
puede hacer lo que le dé la gana. Sin embargo esa libertad tiene, para todas
las personas responsables de sus actos, un límite. Ese límite es la dignidad de
los demás. Yo puedo actuar como me plazca siempre que no cause ningún daño
injusto. Puedo lanzar todas las piedras al aire que quiera y cuando quiera, si
eso me resulta divertido. Pero si te lanzo adrede una piedra a la cabeza, ya
estoy actuando fuera de los límites que marca el respeto que mereces.
De igual modo, puedes comer aquellos
alimentos que quieras, siempre que dicha elección no sea la causa del
sufrimiento y la muerte sistemática de los demás. Comprar productos novegetarianos causa esos males a los animales, por ello, hacernos vegetarianos es
nuestra obligación, y no sólo una opción personal. Esto es así, porque nuestra
libertad se ve limitada por el respeto que merecen las vidas de los demás
animales.
Discriminación
moral por pertenencia a una especie
Creo que podemos estar de acuerdo en que
nuestra libertad está limitada por el mal que podamos causar a terceros. Pero
el problema empieza cuando se dice que dentro de "esos otros" a
quienes respetar también están vacas, cerdos, pollos, atunes, etc. Realmente no
parece importante que pierdan su vida y libertad. "Son sólo animales ¿por qué habríamos de
preocuparnos?". Creo que esto es lo que la mayoría opina. De hecho, el
principal problema de los animales no es otro que esa forma de pensar. Los humanos creemos que sólo los que
pertenecemos a nuestra especie merecemos respeto, mientras que los demás
animales están ahí para que les utilicemos. La mayoría piensa que matar a un
humano está mal, pero que matar a alguien que no sea humano no es en verdad
nada preocupante.
Esta mentalidad ha sido denominada
"especismo". El especismo es una discriminación análoga al sexismo o
al racismo, que consiste en la opinión de que podemos dar un trato injusto a
los individuos por pertenecer a una u otra especie.
Desde pequeños nos enseñan a considerar
a los animalescomo inferiores, como cosas a
nuestra disposición, como esclavos a los que poder utilizar. Se nos alimenta de
sus cadáveres y se nos acostumbra a verlos en el zoo enjaulados, en el circo
esclavizados realizando trucos ridículos y humillantes. Así, los animales han
sido para nosotros desde siempre, comida y entretenimiento y nunca individuos a
los que respetar.
Al mismo tiempo nos bombardean con
mensajes sobre lo importante que es el respeto a los humanos, aprendemos a usar una palabra como
"humanidad", que al pronunciarla parece ser acompañada por música
celestial. Se nos enseña que discriminar está mal y que ser hombre o mujer,
tener un color de piel u otro, ser más o menos "inteligente", no son
cosas importantes, que frente a las diferencias los humanos merecemos un mismo
respeto.
Este mensaje está incompleto. Es cierto
que el sexo, el color de piel, o el grado o tipo de inteligencia no es
relevante cuando hablamos del respeto a la vida, a la libertad o al sufrimiento
de los demás, pero también es cierto que la especie a la que se pertenezca
tampoco. Lo único importante para respetar estos intereses básicos es la
capacidad para sentir (disfrutar de la vida, sufrir, etc.). Y esta capacidad la
compartimos todos los animales, humanos y no humanos.
Conclusión
Por todo ello, si a nadie se le ocurre
decir "yo golpeo a las mujeres y a los negros, pero te respeto, respétame
tu a mi también" ¿por qué aceptamos que alguien diga "yo soy el
responsable del sufrimiento y la muerte de los animales, pero respeto que seas
vegetariano, respétame tú a mi también."?
El respeto lo merecen los individuos, no
las opiniones ni las acciones, pues estas pueden ser justas o injustas. Podemos
respetar a alguien y decirle al mismo tiempo y a las claras que sus ideas son
erróneas o sus actitudes moralmente reprobables.
No quiero decir con esto que hagamos
sentir mal a las personas que no son vegetarianas y que las culpabilicemos por
su dieta. (Nadie es culpable de la educación que ha recibido y seguramente un
trato acusador sólo producirá rechazo a lo que les contamos y reafirmará sus
costumbres impidiendo que comprendan qué hay de malo en discriminar a los
animales. Hemos de considerar que el especismo y el consumo de productos
animales es algo que se nos inculca sin preguntarnos antes y que las personas
merecen que se les explique por qué está mal lo que hacen.). Pero lo que sí
quiero afirmar es que defendamos el vegetarianismo como un principio de
justicia y no como una simple moda, pues la vida de los animales está en juego
y es nuestra responsabilidad hacer que las cosas cambien educándonos y educando
a los demás.
Omnívoro, ra.:
Del latín. omnivorus; de omnis, todo y vorare, comer.
El omnivorismo en los humanos no constituye una determinación
biológica para el consumo de "carne", sino una posibilidad de elegir
nuestra dieta.
La expresión "omnivorismo"
aparece en muchas conversaciones sobre vegetarianismo. Suele pronunciarse con tajante
convicción "somos omnívoros, comemos de todo".
La función de dicho tipo de expresiones
es hacer ver que el vegetarianismo supuestamente no es
"natural", que "lo natural" para los humanos es comer
"de todo". Pero, en el sentido más literal, todo, lo que se dice
todo, no podemos (o más bien, no debemos) comer. Permítaseme la broma:
cristales o sables sólo comen los faquires y desde luego no con el ánimo de
aprovechar sus nutrientes.
Ya en serio, lo que se quiere hacer ver
diciendo que los humanos somos onívoros es que supuestamente también
necesitamos alimentarnos de productos animales para tener buena salud. Dicha
supuesta necesidad vendría dada por nuestra biología. De alguna manera se
sugiere que estamos obligados a comer carne para sobrevivir. Sin embargo, esta
definición de omnivorismo como determinación biológica a comer carne es
simplemente falsa, aunque sólo sea porque niega la existencia de quien escribe
estas lineas y de tantos y tantas vegetarianas y veganas que disfrutan de una
vida larga y saludable.
Los nutrientes que necesitamos se
encuentran en las dietas vegetarianas y veganas bien planteadas: "las
dietas vegetarianas adecuadamente planificadas son saludables, son
nutricionalmente correctas, y proporcionan beneficios para la salud en la
prevención y tratamiento de determinadas enfermedades."
Por tanto, según los nutricionistas no
estamos determinados biológicamente a comer carne o una dieta concreta. Lo que nuestro
organismo necesita para su salud son distintos nutrientes y las dietas
vegetarianas bien balanceadas aportan a nuestro cuerpo todos los nutrientes.
Además las dietas vegetarianas/veganas adecuadas conllevan beneficios para la
salud.
Esta afirmación ya no se pone en duda por ningún especialista serio.
Omnivorismo:
una posibilidad de elegir nuestra dieta
Por otro lado, el sentido en el que sí
somos omnívoros es que tenemos la posibilidad de
comer gran diversidad de alimentos y elegir entre conseguir los nutrientes de
distintas fuentes. Por ello, no es que la vegetariana o el vegano dejen de ser
omnívoros, sino que eligen obtener los nutrientes de alimentos respetuosos con
los demás animales: frutas, verduras, cereales, legumbres, semillas, hongos,
etc.
Prescindir de los productos de origen
animal es una posibilidad que nos da (y agradece) nuestra biología. Sin
embargo, lo que a nivel biológico es posibilidad nutricional, a nivel ético es
nuestra responsabilidad moral
El
pasado como argumento para el consumo de carne
Uno de los argumentos que se suelen dar
en contra del vegetarianismo es que nuestros antepasados en determinado momento
empezaron a ser cazadores para sobrevivir y que por tanto nosotros estamos
legitimados a seguir depredando animales.
Es simpático recordar que nuestros
inicios como depredadores de animales fueron con seguridad como carroñeros y no
como cazadores, lo que le resta cierto romanticismo a esa visión de nuestro
pasado. Nadie defiende que debemos vivir de carroña, pues así lo hacían
nuestros antepasados. Por tanto, parece que lo importante para saber cómo
relacionarnos con los otros animales no es ver qué se hizo en el pasado, sino
qué creemos que es lo correcto hacer hoy día.
Las estrategias de supervivencia de
nuestros antepasados no determinan nuestras decisiones morales con respecto a
los animales hoy. Nuestra sensibilidad ética ha cambiado en muchos aspectos
respecto a épocas pasadas. Multitud de prácticas que realizaban nuestros
antepasados son consideradas hoy a la luz de la razón como verdaderos crímenes.
La historia de la humanidad nos ha dado
la oportunidad de revisar constantemente nuestras creencias sobre lo que está
bien y lo que está mal.
Nuestra capacidad de aprendizaje ha permitido dicha
revisión. Y la paulatina superación del racismo o del sexismo, son dos grandes
ejemplos de ello. Este gradual crecimiento del respeto entre los humanos, nos
ha hecho pensar en que el círculo de consideración moral debe crecer aun más
para incluir también a los demás animales. Creemos que ha llegado el momento de
empezar a ver a los animales no humanos, no como cosas para nuestro beneficio,
sino como compañeros de planeta a los que respetar.
Son individuos que
disfrutan de su vida y procuran evitar el sufrimiento en el mismo sentido que
lo hacemos nosotros. ¿Por qué habríamos de utilizarlos como si fueran objetos?
Debemos, por ello, dar un paso más y
trabajar para superar el prejuicio, similar al sexismo y al racismo, que sustenta
la explotación animal: el especismo, según el cual la especie de los individuos
es motivo suficiente para despreciar sus intereses.
Insistimos en la idea de que lo qué
hicieron en el pasado o lo que hacen otros en el presente no debe influir en
nuestras decisiones éticas. No es legítimo justificar una conducta diciendo
“también lo hace el vecino”. Debemos asumir nuestras elecciones morales con
sinceridad y justificarlas con argumentos racionales, no apoyándonos en
costumbres actuales o en tradiciones.
Conclusión
Si buscamos en la esencia del ser
humano, sin duda no encontraremos determinaciones gastronómicas. La etiqueta de
"omnívoros" en el sentido de necesidad de comer carne es por ello errónea. Lo que sí
podemos afirmar con seguridad es que muchos seres humanos tenemos la capacidad
de revisar nuestros hábitos y creencias para mejorarnos y mejorar las
relaciones con los demás. Es a esa naturaleza libre a la que queremos apelar
con estos textos y reflexiones.