sábado, 18 de mayo de 2013

M A Y O en EL POEMA de Pedro Salinas

E L   P O E M A


Y ahora, aquí está frente a mí.
Tantas luchas que ha costado,
tantos afanes en vela,
tantos bordes de fracaso
junto a este esplendor sereno
ya son nada, se olvidaron.
Él queda, y en él el mundo,
la rosa, la piedra, el pájaro,
aquéllos, los del principio,
de este final asombrados.
¡Tan claros que se veían,
Y aún se podía aclararlos!
Están mejor, una luz,
que el sol no sabe, unos rayos
los iluminan, sin noche,
para siempre revelados.
Las claridades de ahora
lucen más que las de Mayo.
Si allí estaban, ahora aquí,
a más transparencia alzados.
¡Qué naturales parecen,
¡que sencillo el gran milagro!
En esta luz del poema,
Todo,
desde el más nocturno beso
al cenital esplendor,
todo está mucho más claro




jueves, 9 de mayo de 2013

V E G E T A R I A N I S M O / ecoportal


¿Una opción personal 

o un principio de justicia?

Por todo ello, si a nadie se le ocurre decir "yo golpeo a las mujeres y a los negros, pero te respeto, respétame tu a mí también" ¿por qué aceptamos que alguien diga "yo soy el responsable del sufrimiento y la muerte de los animales, pero respeto que seas vegetariano, respétame tú a mí también."?
El respeto lo merecen los individuos, no las opiniones ni las acciones, pues estas pueden ser justas o injustas. Podemos respetar a alguien y decirle al mismo tiempo y a las claras que sus ideas son erróneas o sus actitudes moralmente reprobables.



 Cada cual hace
 lo que le da la gana
...o quizá no

Muchas veces se presenta al vegetarianismo como una opción personal que podemos elegir o no. ¿Es justa esta opinión? Vamos a verlo.
En principio, dentro de la variedad de alimentos que hay, cada cual puede comer lo que le dé la gana. Y en general uno puede hacer lo que le dé la gana. Sin embargo esa libertad tiene, para todas las personas responsables de sus actos, un límite. Ese límite es la dignidad de los demás. Yo puedo actuar como me plazca siempre que no cause ningún daño injusto. Puedo lanzar todas las piedras al aire que quiera y cuando quiera, si eso me resulta divertido. Pero si te lanzo adrede una piedra a la cabeza, ya estoy actuando fuera de los límites que marca el respeto que mereces.
De igual modo, puedes comer aquellos alimentos que quieras, siempre que dicha elección no sea la causa del sufrimiento y la muerte sistemática de los demás. Comprar productos novegetarianos causa esos males a los  animales, por ello, hacernos vegetarianos es nuestra obligación, y no sólo una opción personal. Esto es así, porque nuestra libertad se ve limitada por el respeto que merecen las vidas de los demás animales.

Discriminación moral por pertenencia a una especie

Creo que podemos estar de acuerdo en que nuestra libertad está limitada por el mal que podamos causar a terceros. Pero el problema empieza cuando se dice que dentro de "esos otros" a quienes respetar también están vacas, cerdos, pollos, atunes, etc. Realmente no parece importante que pierdan su vida y libertad. "Son sólo  animales ¿por qué habríamos de preocuparnos?". Creo que esto es lo que la mayoría opina. De hecho, el principal problema de los animales no es otro que esa forma de pensar. Los  humanos creemos que sólo los que pertenecemos a nuestra especie merecemos respeto, mientras que los demás animales están ahí para que les utilicemos. La mayoría piensa que matar a un humano está mal, pero que matar a alguien que no sea humano no es en verdad nada preocupante.
Esta mentalidad ha sido denominada "especismo". El especismo es una discriminación análoga al sexismo o al racismo, que consiste en la opinión de que podemos dar un trato injusto a los individuos por pertenecer a una u otra especie.
Desde pequeños nos enseñan a considerar a los animalescomo inferiores, como cosas a nuestra disposición, como esclavos a los  que poder utilizar. Se nos alimenta de sus cadáveres y se nos acostumbra a verlos en el zoo enjaulados, en el circo esclavizados realizando trucos ridículos y humillantes. Así, los animales han sido para nosotros desde siempre, comida y entretenimiento y nunca individuos a los que respetar.
Al mismo tiempo nos bombardean con mensajes sobre lo importante que es el respeto a los humanos, aprendemos a usar una palabra como "humanidad", que al pronunciarla parece ser acompañada por música celestial. Se nos enseña que discriminar está mal y que ser hombre o mujer, tener un color de piel u otro, ser más o menos "inteligente", no son cosas importantes, que frente a las diferencias los humanos merecemos un mismo respeto.

Este mensaje está incompleto. Es cierto que el sexo, el color de piel, o el grado o tipo de inteligencia no es relevante cuando hablamos del respeto a la vida, a la libertad o al sufrimiento de los demás, pero también es cierto que la especie a la que se pertenezca tampoco. Lo único importante para respetar estos intereses básicos es la capacidad para sentir (disfrutar de la vida, sufrir, etc.). Y esta capacidad la compartimos todos los  animales, humanos y no humanos.

Conclusión

Por todo ello, si a nadie se le ocurre decir "yo golpeo a las mujeres y a los negros, pero te respeto, respétame tu a mi también" ¿por qué aceptamos que alguien diga "yo soy el responsable del sufrimiento y la muerte de los animales, pero respeto que seas vegetariano, respétame tú a mi también."?
El respeto lo merecen los individuos, no las opiniones ni las acciones, pues estas pueden ser justas o injustas. Podemos respetar a alguien y decirle al mismo tiempo y a las claras que sus ideas son erróneas o sus actitudes moralmente reprobables.
No quiero decir con esto que hagamos sentir mal a las personas que no son vegetarianas y que las culpabilicemos por su dieta. (Nadie es culpable de la educación que ha recibido y seguramente un trato acusador sólo producirá rechazo a lo que les contamos y reafirmará sus costumbres impidiendo que comprendan qué hay de malo en discriminar a los animales. Hemos de considerar que el especismo y el consumo de productos animales es algo que se nos inculca sin preguntarnos antes y que las personas merecen que se les explique por qué está mal lo que hacen.). Pero lo que sí quiero afirmar es que defendamos el vegetarianismo como un principio de justicia y no como una simple moda, pues la vida de los animales está en juego y es nuestra responsabilidad hacer que las cosas cambien educándonos y educando a los demás.
La falacia de la expresión "somos omnívoros"
Omnívoro, ra.: Del latín. omnivorus; de omnis, todo y vorare, comer.
El omnivorismo en los humanos no constituye una determinación biológica para el consumo de "carne", sino una posibilidad de elegir nuestra dieta.
La expresión "omnivorismo" aparece en muchas conversaciones sobre vegetarianismo. Suele pronunciarse con tajante convicción "somos omnívoros, comemos de todo".
La función de dicho tipo de expresiones es hacer ver que el  vegetarianismo supuestamente no es "natural", que "lo natural" para los humanos es comer "de todo". Pero, en el sentido más literal, todo, lo que se dice todo, no podemos (o más bien, no debemos) comer. Permítaseme la broma: cristales o sables sólo comen los faquires y desde luego no con el ánimo de aprovechar sus nutrientes.
Ya en serio, lo que se quiere hacer ver diciendo que los humanos somos onívoros es que supuestamente también necesitamos alimentarnos de productos animales para tener buena salud. Dicha supuesta necesidad vendría dada por nuestra biología. De alguna manera se sugiere que estamos obligados a comer carne para sobrevivir. Sin embargo, esta definición de omnivorismo como determinación biológica a comer carne es simplemente falsa, aunque sólo sea porque niega la existencia de quien escribe estas lineas y de tantos y tantas vegetarianas y veganas que disfrutan de una vida larga y saludable.
Los nutrientes que necesitamos se encuentran en las dietas vegetarianas y veganas bien planteadas: "las dietas vegetarianas adecuadamente planificadas son saludables, son nutricionalmente correctas, y proporcionan beneficios para la salud en la prevención y tratamiento de determinadas enfermedades."
Por tanto, según los nutricionistas no estamos determinados biológicamente a comer carne o una dieta concreta. Lo que nuestro organismo necesita para su salud son distintos nutrientes y las dietas vegetarianas bien balanceadas aportan a nuestro cuerpo todos los nutrientes. Además las dietas vegetarianas/veganas adecuadas conllevan beneficios para la salud. 
Esta afirmación ya no se pone en duda por ningún especialista serio.

Omnivorismo: una posibilidad de elegir nuestra dieta

Por otro lado, el sentido en el que sí somos omnívoros es que tenemos la posibilidad de comer gran diversidad de alimentos y elegir entre conseguir los nutrientes de distintas fuentes. Por ello, no es que la vegetariana o el vegano dejen de ser omnívoros, sino que eligen obtener los nutrientes de alimentos respetuosos con los demás animales: frutas, verduras, cereales, legumbres, semillas, hongos, etc.
Prescindir de los productos de origen animal es una posibilidad que nos da (y agradece) nuestra biología. Sin embargo, lo que a nivel biológico es posibilidad nutricional, a nivel ético es nuestra responsabilidad moral 


El pasado como argumento para el consumo de carne

Uno de los argumentos que se suelen dar en contra del vegetarianismo es que nuestros antepasados en determinado momento empezaron a ser cazadores para sobrevivir y que por tanto nosotros estamos legitimados a seguir depredando animales.
Es simpático recordar que nuestros inicios como depredadores de animales fueron con seguridad como carroñeros y no como cazadores, lo que le resta cierto romanticismo a esa visión de nuestro pasado. Nadie defiende que debemos vivir de carroña, pues así lo hacían nuestros antepasados. Por tanto, parece que lo importante para saber cómo relacionarnos con los otros animales no es ver qué se hizo en el pasado, sino qué creemos que es lo correcto hacer hoy día.

Las estrategias de supervivencia de nuestros antepasados no determinan nuestras decisiones morales con respecto a los animales hoy. Nuestra sensibilidad ética ha cambiado en muchos aspectos respecto a épocas pasadas. Multitud de prácticas que realizaban nuestros antepasados son consideradas hoy a la luz de la razón como verdaderos crímenes.
La historia de la humanidad nos ha dado la oportunidad de revisar constantemente nuestras creencias sobre lo que está bien y lo que está mal.

 Nuestra capacidad de aprendizaje ha permitido dicha revisión. Y la paulatina superación del racismo o del sexismo, son dos grandes ejemplos de ello. Este gradual crecimiento del respeto entre los humanos, nos ha hecho pensar en que el círculo de consideración moral debe crecer aun más para incluir también a los demás animales. Creemos que ha llegado el momento de empezar a ver a los animales no humanos, no como cosas para nuestro beneficio, sino como compañeros de planeta a los que respetar. 
Son individuos que disfrutan de su vida y procuran evitar el sufrimiento en el mismo sentido que lo hacemos nosotros. ¿Por qué habríamos de utilizarlos como si fueran objetos?

Debemos, por ello, dar un paso más y trabajar para superar el prejuicio, similar al sexismo y al racismo, que sustenta la explotación animal: el especismo, según el cual la especie de los individuos es motivo suficiente para despreciar sus intereses.

Insistimos en la idea de que lo qué hicieron en el pasado o lo que hacen otros en el presente no debe influir en nuestras decisiones éticas. No es legítimo justificar una conducta diciendo “también lo hace el vecino”. Debemos asumir nuestras elecciones morales con sinceridad y justificarlas con argumentos racionales, no apoyándonos en costumbres actuales o en tradiciones.

Conclusión

Si buscamos en la esencia del ser humano, sin duda no encontraremos determinaciones gastronómicas. La etiqueta de "omnívoros" en el sentido de necesidad de comer carne es por ello errónea. Lo que sí podemos afirmar con seguridad es que muchos seres humanos tenemos la capacidad de revisar nuestros hábitos y creencias para mejorarnos y mejorar las relaciones con los demás. Es a esa naturaleza libre a la que queremos apelar con estos textos y reflexiones. 



p o e m a e n A B R I L

PRIMAVERA AMARILLA

¡Abril! galán venía, todo
lleno de flores amarillas...
amarillo el arroyo,
amarilla la senda, la colina,
el cementerio de los niños,
el huerto aquel donde el amor vivía!

El sol ungía el mundo amarillo
con sus luces caídas;
¡oh por los lirios áureos,
el agua clara, tibia!,
¡las amarillas mariposas
sobre las rocas amarillas

Guirnaldas amarillas escalaban
los árboles: el día
era una gracia perfumada de oro
en un dorado despertar de vida...
entre los huesos de los muertos,
abría Dios sus manos amarillas

Juan Ramón Jiménez



Juan Ramón Jiménez Mantecón, poeta español nacido en Moguer, el 23 de diciembre de 1881 y fallecido el 29 de mayo en San Juan de Puerto Rico, en 1958. Casado con Zenobia Camprubí Aymar, española educada en Estados Unidos, con la que se casó en Nueva York en 1916. Fue laureado con el Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, entre las que se destaca  “Platero y yo”, (1914). Una  tierna elegía a un borriquillo que se convirtió en uno de sus textos más célebres.
 Su lírica evolucionó desde las últimas derivaciones del modernismo hacia una poesía a la vez emotiva e intelectualista.
Entre amplio conjunto de su obra vale destacar: Elegías(1908-1910), Olvidanzas (1909), La soledad sonora(1911), Poemas mágicos y dolientes (1911), Melancolía(1912) y Laberinto (1913)

Fuente: "Antología Cátedra de Poesía de las letras hispánicas". Editorial Cátedra