“Ten presente el ejemplo de una vacavieja, que se da por satisfecha durmiendo
Vivir Para Morir es lo de menos.
El Ideal Es Poder Morir Para Vivir”
-----------------Iván Drajos
NO BASTA CON SOLO ESTAR VIVOS y levantarse a respirar el smog del día a día de la gran ciudad. Ir al trabajo y nuestra cuota de sudor por unas monedas cambiar, y en la noche a casa regresar a los oficios del hogar. Las tareas de los niños ayudar o frente a la tele la neurosis y el estrés ir a descargar. Y a la mañana siguiente la misma rutina continuar hasta el día final en que la muerte, nuestra vida venga a tomar sin apenas
nuestra identidad y razon de ser hallar y conquistar.
Es asi el diario transcurrir de la humanidad, patinando en el estercolero de una brutal y aparente realidad, ajena a toda luz de autentica paz,
bienestar y felicidad.
No basta con solo estar vivos y levantarse a respirar, comer y defecar mientras acumulamos las frustraciones, sueños y deseos del día a día pasar. La vida en sí no nos ofrece mayor sentido. Es nuestro deber, responsabilidad y gran tarea hallarlo. Descubrirlo en nuestro interior asomándonos de cara al espejo de nuestro verdadero ser. Afrontar sin miedo y con sinceridad nuestra identidad. Limpiar impurezas, polvo y telarañas acumuladas y así poder dar claridad a nuestra vida
respondiendo con certeza a quienes somos, que hacemos y hacia dónde vamos. Los orientales hablan del Dharma: deber, luz y camino de cada quien. Sentido real de la existencia cuya búsqueda constituye el gran deber que sustenta el levantarse a respirar, trabajar, comer, dormir y defecar.
La vida carece de sentido en si misma pues el suyo es una mera incógnita a nuestras múltiples preguntas. Un recipiente vacío a llenar con el agua de nuestras vidas. Un gran interrogante que cada quien a la luz de su corazón y de su conciencia debe responder. La vida como una gran pregunta y cada quien como única respuesta.
Por ello no basta con solo estar vivos. Cada uno de nuestros actos debe dar coherencia a nuestra razón de ser, de sentir, pensar y desear. Los hindúes le llaman Sat, Chit Ananda Vigraha. Eternidad, conocimiento y bienaventuranza que constituyen la identidad del alma. Chispa divina de nuestro ser. Espejo de los Toltecas. Reflejo celestial que bajo las sombras del ego falso emite señales de atención hacia nuestra incesante y confusa búsqueda en el trasegar por los abismos de la
existencia.
No basta con solo estar vivos. Importa la luz coherente que damos al sendero de nuestros pasos. Reflejo ecuánime de lo que somos y sentimos. Si nuestra vida corresponde a tal derrotero ha de brindar la respuesta al sentido vital que nos impulsa y guía hacia donde el corazón se incline.
Por ello no basta tampoco con solo mirar adelante cuando no hemos mirado en nosotros mismos que es lo que tenemos a favor o en contra. Heridas y traumas por curar o trascender. Talentos o virtudes por evaluar, reconocer y acrecentar o falencias por tachar y corregir.
Hace parte de nuestro autoconocimiento en el ejercicio de crecer interiormente si queremos ser felices, avanzar y concretar metas. Y asumiendo con total responsabilidad el albedrío de nuestras acciones retomar el timón del ideal que guía nuestros sueños. Levar anclas y enfilarnos hacia la realización del no lejano ideal de alcanzar la plenitud en el Amor y la Libertad.
De ahí el decir de viejos lobos de mar, navegantes del océano de sus ilusiones:
"A la vida,
buen viento y buena mar ! "
Hari Om Tat Sat
Fuente: Textos y Caricatura: Iván Drajos
Fotos: Banco imágenes Google
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