De las generaciones literarias.
Fijamos con clavos de rigor
Las palabras de aire de los autores magnificados.
Enfermos de palabrería,
No cesamos de definir sin definir.
Todos hablamos y hablamos y hablamos
Mientras del día el humo hace noche,
Mientras el cieno torna el blanco en negro
Nadie lee en la tierra.
Nadie escucha la agonía
Del murmullo del agua en los manantiales.
Arden quinientos pozos de petróleo.
Otros vomitan de su negro vientre
Sobre blancas arenas, sobre claros corales.
Van y vienen, sin pausa, los políticos,
dan vueltas y más vueltas al planeta,
mas ellos aún no leen
que los coeficientes planetarios
de podredumbre
sean lo suficiente preocupantes.
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